Explicaba Marcelino, en la previa, que la victoria en Mallorca no dependería de la presencia o no de Negredo o Kanouté, sino que el equipo tenía armas suficientes para conseguir los tres puntos. Sin embargo, el cuadro nervionense se dejó en Sevilla buena parte de su gol y prácticamente todo su fútbol, porque es que no se puede ofrecer menos de lo que los de Nervión han dado hoy.
Cuando un equipo se vuelve al vestuario después de 90 minutos, y su primer disparo entre los tres palos se ha producido pasado el minuto 80, sólo quedan dos opciones: estás jugando ante el mejor equipo del mundo en un gran día o no tienes argumentos futbolísticos suficientes para oponer ante el contrario. Si tenemos en consideración que enfrente estaba el Mallorca, lo que queda es un panorama muy tétrico.
Este Sevilla, además, parece no tener claro qué lo que tiene que hacer con el balón. Se subsanaron problemas defensivos de la pasada campaña. Eso está bien, pero ahora toca solucionar el asunto que se plantea cuando hay que marcar en la portería rival, y en estas, el equipo de Marcelino no sabe si debe tener la posición, si su juego es interior, por bandas o le toca ir al contraataque.
El Mallorca, por su parte, sí tiene muy claro qué es lo que tiene que hacer, aunque el guión lo complete de forma torpe. Hoy, Alfaro ha sido su estilete más peligroso, puesto que ha tenido tres claras oportunidades ante Varas, quien ha anulado todas las intentonas del onubense y las de Nsue y Chori Castro.
Buen punto, por tanto, para un equipo que tuvo su mejor oportunidad a tiro de Navas pasado el minuto 80. El parón llega como agua de mayo para poner en claro nuevos conceptos en Nervión.
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