Fue un aplauso sentido, sincero. Los honores a una nueva exhibición de un campeón. El equipo Red Bull en pleno estalló con una ovación al paso de Fernando Alonso. Esperaban a sus pilotos para hacerse la foto de su victoria, el asturiano no quiso cruzarse para no estropeársela, les levantó en pulgar como felicitación y ellos respondieron con ese tributo espontáneo. Alguno rompió la formación para felicitarle por sus treinta vueltas de defensa heroica ante el coche más veloz de la parrilla y con un excelente piloto a sus mandos, Sebastian Vettel.
Se trata de un segundo puesto a espaldas de un soberbio Webber que le sirve para dar un paso más en su remontada y colocarse a veinte puntos (menos de una victoria) del liderato del australiano. Al alemán le aplicó la receta de Imola 2005, esas doce vueltas que aguantó a Schumacher con un monoplaza 1,2 segundos por vuelta más lento. Entonces la diferencia fue más agónica porque el motor de su R25 renqueaba. Como en el escenario italiano, el circuito también ayudó por su dificultad para adelantar.
Esta vez, el ahora piloto de Ferrari terminó encima a lo grande, marchándose ligeramente a tres vueltas del final gracias a los doblados y con su mejor tiempo en carrera. Ahí el de Red Bull acabó por rendirse, aunque, en sus últimos cuatro kilómetros hizo una vuelta rápida de furia, como queja por la, en realidad, justa sanción que le costó un paso extra por boxes (detrás del safety dejó diez coches de diferencia con Webber para frenar a Alonso y permitir que hiciera hueco para su primera parada, cuando el reglamento sólo permite tres coches). Al final de carrera, ya sin neumáticos, aún era ocho décimas más veloz que Alonso. A mitad de gran premio, cuando lo alcanzó, lo hizo a un ritmo 1,2 segundos superior por cada paso por meta. En el podio, su cara era de una frustración absoluta, cantada ya antes desde la radio de su monoplaza: "¿Me podéis explicar por qué me sancionan", gritaba mientras hacía gestos al muro.
El duelo le puso el nudo en la garganta a los mecánicos e ingenieros de la escudería italiana, y también a la afición española que empujaba por un segundo que sabía a victoria ante el dominio azul. Y más después del abandono por avería de cambio del hasta ayer líder Hamilton. 0,5 segundos en el primer parcial, 0,3 segundos al comienzo del segundo parcial La tensión se cortaba en las filas rojas y era el propio Alonso quien los tranquilizaba por radio: "Don't worry guys, don't worry guys" ("No os preocupéis chicos"). Su táctica era frenar a su rival en la curva de entrada a meta para protegerse así del único punto de adelantamiento, el de final de recta. Algo que le sirvió para llevarse el reconocimiento de los ganadores, y marcharse a su semana de trabajo en Maranello con una frase: "Ya estoy ahí, ya estoy ahí".
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